El periodo perinatal se caracteriza por muchos cambios en la vida de la mujer, tanto a nivel orgánico como a nivel psicosocial. Dentro del periodo perinatal, el postparto es un momento de mayor susceptibilidad a padecer trastornos del estado de ánimo.
Las fluctuaciones hormonales son algunos factores desencadenantes así como las demandas del cuidado del recién nacido y variables del entorno social que interactúan en este nuevo proceso.
En cuanto a la fisiopatología que engloba los distintos trastornos del estado de ánimo, como lo es la depresión se han estudiado los efectos psicotrópicos de los ácidos grasos poliinsaturados, especialmente los omega-3.
Estos ácidos grasos en particular tienen una serie de actividades psicotrópicas, entre ellas:
- modulación de los neurotransmisores
- acción anti-inflamatoria y antioxidante
- acción de neuroplasticidad.
Algunos estudios mencionan que la depresión es un trastorno que en términos de fisiopatología es similar al estrés crónico, donde se puede observar sobreactivación del eje hipotálamo-hipófisis-adrenales con el aumento de los niveles de corticoides sistémicos que tienen un impacto negativo importante en la región del hipocampo, la amígdala y la corteza prefrontal. Este trastorno se acompaña con producción aumentada de radicales libres que deterioran la neurogénesis, así como intensifican los procesos neurodegenerativos y aumentan citoquinas pro inflamatorias.
En el caso particular del embarazo, las reservas maternas de ácido docosahexaenoico (DHA) se movilizan para proporcionarle al bebé los ácidos grasos necesarios para la función estructural y no se puede excluir la posibilidad de que el movimiento de estas reservas sea también por una función energética para la madre, cuyos requerimientos metabólicos se ven aumentados durante este periódo. Por otro lado el pico de crecimiento del cerebro del bebé se da durante el tercer trimestre del embarazo, un factor que suma aún más a la demanda de las reservas de DHA de la madre, pues su composición bioquímica es abundante en omega 3.
Por esta razón fisiológica, los resultados de algunos estudios sugieren una relación positiva entre los niveles de ácidos grasos y el desarrollo de una DPP.
Los ácidos grasos poliinsaturados de clase omega-3, especialmente el EPA y el DHA debido a su papel fundamental en la producción de eicosanoides antiinflamatorios, tales como resolvinas, protectinas y maresinas son trascendentales en el balance de la inflamación y los mecanismos neurobiológicos de la depresión.
Carolina Hernandez, Bch
Especialista en Longevidad & Age Management
Referencias.
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