Los beneficios del Omega-3 en la salud del cerebro son múltiples:
Así como el calcio es esencial para desarrollar huesos fuertes, el cerebro necesita DHA para un desarrollo óptimo. La grasa constituye una gran parte del tejido cerebral humano. Los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga Omega-3, especialmente DHA, constituye un porcentaje significativo de la grasa en el cerebro (hasta un 20% de la corteza cerebral).
Las neuronas del cerebro procesan y transmiten «mensajes» eléctricos y químicos que permiten que nuestro cuerpo funcione con normalidad. Una dieta deficiente en DHA privará al sistema nervioso de un nutriente crítico. Este déficit puede afectar a la función normal cerebral. Además, y debido a que el DHA existente en el cerebro es sensible a la oxidación, es necesario ingerir como mínimo 250 mg de DHA para reponer el DHA oxidado y garantizar el correcto mantenimiento de las funciones cerebrales.
Los Omega-3 y el cerebro infantil
La ingesta de DHA es extremadamente importante durante el embarazo y la lactancia tanto para la madre, como para el bebé. Durante el período prenatal, existe una demanda significativa y una rápida acumulación de ácidos grasos específicos, incluidos AA (ácido araquidónico) y DHA en el cerebro infantil, DHA en la retina (ojo).
El cerebro humano depende del DHA para un crecimiento y desarrollo adecuados. Continúa acumulando DHA hasta los 18 años, pero lo hace de manera más agresiva desde aproximadamente la mitad de la gestación hasta los dos años.
Los bebés en desarrollo deben obtener este nutriente vital a través de la placenta durante el embarazo y de la leche materna después del nacimiento. Como la madre es la única fuente de DHA para el bebé en desarrollo, es fundamental que embarazadas y lactantes consuman una cantidad suficiente de Omega-3 (especialmente DHA) para garantizar el desarrollo adecuado del cerebro del bebé.
Omega-3 y cognición
La cognición es el procesamiento mental que incluye la memoria de trabajo, la comprensión y producción del lenguaje, el cálculo, el razonamiento, la resolución de problemas y la toma de decisiones. A medida que envejecemos, nuestros cerebros, naturalmente, no funcionan de la misma manera que lo hacían en nuestros años de juventud. Una vida de hábitos saludables, incluida la ingesta suficiente de Omega-3, puede ayudar.
La mayoría de las pruebas actuales sugieren que la suplementación sea con una fuente de DHA marino (aceite de pescado o algas). Los cerebros humanos modernos acumulan DHA hasta los 18 años, y de forma más acusada desde aproximadamente la mitad de la gestación hasta los dos años. Sin embargo, es necesario el mantenimiento de sus niveles cerebrales en el estado adulto y, especialmente, en personas de edad avanzada, donde el estrés oxidativo y la neurodegeneración son responsables de la aparición de diversas enfermedades neurodegenerativas.
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