La nutrición en el embarazo es sin duda alguna uno de los pilares esenciales, y resulta especialmente decisiva en aquellas situaciones en las que afecta directamente no sólo a nuestra salud, sino también a la del futuro niño. Refiriéndonos obviamente a la suplementación durante el embarazo y la lactancia, dos momentos vitales en los que los nutrientes de la madre son los que recibe el feto o el lactante.
Durante el embarazo y la lactancia, el cuerpo del feto experimenta un rápido crecimiento y desarrollo de tejidos, órganos y aparatos, formándose además estructuras de gran complejidad como son el cerebro o el ojo. Este rápido desarrollo impone una alta demanda de nutrientes para la formación de las estructuras celulares de las que se componen, especialmente de ácidos grasos, ya que éstos son los componentes básicos para formar los lípidos que integran la membrana celular.
Entre estos nutrientes se encuentran los ácidos grasos Omega-3 de cadena muy larga DHA (del inglés, Ácido DocosaHexaenoico), y EPA (del inglés, Ácido EicosaPentaenoico), con importantísimas funciones tanto estructurales como reguladoras de procesos fisiológicos y metabólicos [1].
¿Por qué es necesaria la suplementación en el Embarazo con DHA y EPA?
Como ya sabemos, durante el embarazo, todos los nutrientes que recibe el feto proceden de la madre, y se transfieren a través del cordón umbilical y la placenta. Y aunque pueda parecer una obviedad, es importante destacar que una carencia materna en alguno de los nutrientes va a ser heredada por el niño.
Ante esta situación, es muy recomendable que semanas previas a la concepción, la madre se realice un seguimiento de la dieta y análisis previos que permitan detectar déficits en cualquiera de los nutrientes, ya que, en última instancia, estos déficit pueden conllevar un desarrollo anómalo o deficiente del feto.
En este contexto, es particularmente importante analizar los niveles de los diferentes ácidos grasos en la membrana de los eritrocitos del plasma, una técnica conocida como “Perfil de Ácidos Grasos en Eritrocitos”. Se trata de una técnica analítica mínimamente invasiva y de gran utilidad diagnóstica que permite detectar déficit o excesos en ciertos ácidos grasos, así como evaluar la proporción entre diferentes ácidos grasos y familias. Además, esta herramienta permite individualizar la dosis de suplementación en cualquiera de los ácidos grasos, y permite realizar un seguimiento continuo a lo largo de la gestación.
Los Omega-3 DHA y EPA muy frecuentemente son deficitarios en nuestra dieta…
Los ácidos grasos son componentes esenciales de la membrana de todas las células del organismo. Sin embargo, y debido a diferentes factores nutricionales y genéticos, determinados Omega-3 como DHA y EPA, e incluso algunos omega-6 (como ácido araquidónico, AA; o ácido dihomogammalinolénico, DGLA) muy frecuentemente son deficitarios en nuestra dieta.
Con relación a los ácidos grasos Omega-3, las fuentes naturales de DHA y EPA (los omega-3 de interés biológico para nuestras células) son los pescados salvajes de agua fría como sardinas, caballa, salmón, arenques, anchoas, etc. Sin embargo, y pese que se recomienda la ingesta mínima semanal de dos raciones de pescado salvaje, en muchas ocasiones esta directriz no se cumple debido al riesgo de contaminación por altas concentraciones de mercurio. A pesar de todo, y aun siguiendo estas directrices, durante el embarazo es vital una suplementación con Omega-3 de alta concentración en DHA y EPA, y con buena biodisponibilidad.
Pero volviendo a la pregunta planteada, ¿por qué es necesaria la suplementación en el embarazo con DHA y EPA? ¿Cuáles son las funciones de estos Omega-3?
DHA es vital durante el embarazo para el desarrollo cerebral y visual
Pues bien, los Omega-3 de cadena larga, y sobre todo el DHA, son vitales durante el embarazo, especialmente durante el tercer trimestre [2]. Esto se debe a que durante este periodo tiene lugar un intenso y rápido desarrollo cerebral que conlleva una elevada demanda de DHA [3]. Se estima que en torno al 50% de los ácidos grasos que componen la membrana de las neuronas son DHA. Este omega-3 a nivel cerebral tiene un papel estructural, proporciona la fluidez de membrana necesaria para los procesos dinámicos que posibilitan la neurotransmisión y el establecimiento de contactos sinápticos adecuado durante el desarrollo cerebral [4]. Varios estudios científicos corroboran la importancia del aporte de DHA y EPA durante el embarazo para el desarrollo del sistema nervioso central, ya que bajos niveles de DHA incrementan el riesgo de que el niño padezca trastornos autistas [5] o trastorno de atención e hiperactividad, TDAH [6].
Igualmente, en la gestación, el desarrollo de la retina y ojo también hacen necesario un aporte suficiente de DHA para la formación de los discos externos de la membrana de conos y bastones de la retina [7].
La ingesta de EPA y DHA durante el embarazo previene las alergias y el asma infantil
La incidencia creciente de las alergias, así como enfermedades respiratorias tales como el asma se han relacionado con defectos nutricionales en Omega-3 durante el embarazo. Varios estudios científicos han concluido que una ingesta adecuada de EPA y DHA durante el embarazo se correlaciona con una disminución de la prevalencia de enfermedades y alergias cutáneas, así como el asma [8,9]. En estos casos, un desequilibrio en el cociente Omega-6/Omega-3 excesivamente alto es promotor de la síntesis de moléculas pro-inflamatorias, que tienen como consecuencia la aparición de enfermedades inflamatorias cutáneas como alergias, eczema, dermatitis atópica [10].
Un estudio clínico aleatorizado llevado a cabo con 145 mujeres embarazadas con riesgo de concebir un hijo alérgico concluyó que la suplementación con 1,6 g de EPA y 1,1g de DHA incrementaba los niveles de EPA y DHA en los fosfolípidos de membrana de la madre y el feto, observándose una correlación directa entre los niveles de EPA y DHA y el riesgo de aparición de alergias mediadas por inmunoglobulina E en el niño durante el primer año de vida [11].
Más beneficios derivados de la suplementación con Omega-3 durante el embarazo
Pero aún hay más, y es que la suplementación con DHA y EPA durante el embarazo también disminuye los síntomas de la depresión postparto, reduce el riesgo de parto prematuro y de preeclampsia. Además, un estudio publicado en la revista “Functional Food” por científicos de la Universidad de Granada y el King´s College de Londres, ha probado que la suplementación materna con DHA durante la gestación aumenta la expresión de los genes que regulan el transporte de hierro a través de la placenta, contribuyendo así a mejorar el metabolismo de hierro fetal, y previniendo la aparición de anemia fetal [12].
¿Cuánto DHA y EPA se debe de consumir en estado de gestación?
Atendiendo a las alegaciones de salud de EFSA (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria) [13] para individuos adultos, DHA contribuye al mantenimiento de la función normal del cerebro, lográndose el efecto beneficioso con una ingesta diaria de 250 mg de DHA y EPA juntos. Del mismo modo, DHA contribuye al mantenimiento de la visión normal, lográndose el efecto beneficioso con una ingesta diaria de 250 mg. Sin embargo, esta dosis diaria mínima no es suficiente durante el embarazo, pues el DHA producido es insuficiente para abastecer al futuro bebé. En esta situación, y con carácter general siempre y cuando no haya ningún déficit previo ni se trate de un embarazo múltiple, se asume que a las recomendaciones básicas de EFSA habría que añadir 200 mg adicionales de DHA para cubrir los requerimientos nutricionales del feto.
Sin embargo, y como hemos comentado previamente, estas dosis son valores orientativos y mínimos, ya que dependen de múltiples factores individuales genéticos y dietéticos. De hecho, y aunque a priori DHA y EPA podrían sintetizarse a partir del omega-3 esencial, ácido α-linolénico (ALA), en la práctica la síntesis a partir de este omega-3 presente en semillas vegetales terrestres es muy limitada. A modo de curiosidad, se estima que en promedio tan solo el 1% del ALA se transforma en DHA, por lo que la suplementación con DHA y EPA durante el embarazo son totalmente necesarios.
¿A qué se debe esto?
Bien, pues se debe a que la formación de ácidos grasos de alto índice de instauración como EPA o DHA (Omega-3) o AA (omega-6) a partir de los ácidos grasos esenciales es compleja y sujeta a muchos factores genéticos, ambientales y también nutricionales. Para empezar, las enzimas delta-6 y delta-5 desaturasas (implicadas en la formación de nuevos dobles enlaces), y las elongasas (responsables de alargar la cadena de ácidos grasos) son compartidas para los omega-6 y los Omega-3, por lo que un exceso de omega-6 sobre los Omega-3 claramente minimiza la síntesis de DHA y EPA. Además, estas enzimas están sujetas a la disponibilidad de oligonutrientes como Zinc, Magnesio o vitaminas A, B3, B6, C y E para las desaturasas, y Magnesio y vitaminas B3, B5, B6, B8 y C para las elongasas, que actúan como cofactores de las mismas permitiendo su actuación [14]. Por último, hemos de considerar que estas enzimas tienen múltiples polimorfismos, esto es “diferentes variantes o formas de la misma enzima” que difieren en su eficacia enzimática, por lo que la lotería genética también es un factor que puede socavar la capacidad de producción de DHA y EPA.
*Esquema gráfico para la síntesis de ácidos grasos de las series Omega-6 y Omega-3 a partir de los ácidos grasos esenciales, ácido linoleico (n-6) y ALA (n-3). Las enzimas desaturasas y elongasas para los omega-6 y omega-3 son las mismas. Imagen extraída de Aqeel, M.et al. (2017): Curr Pulmonol Rep, 6, 113–123 [20].
También es importante destacar que partos múltiples previos disminuyen de forma notable los depósitos de DHA y EPA de la madre, por lo que la cantidad a suplementar en estos casos habría de ser superior. Por estos motivos, la suplementación adecuada habría de hacerse de forma individualizada una vez conocidos los niveles de ácidos grasos con el perfil de ácidos grasos.
Durante la lactancia, ¿Sigue siendo necesaria la suplementación con DHA y EPA?
Desde luego que sí. Durante la lactancia, el niño recibe todos los nutrientes de la madre a través de la leche materna. De hecho, y en lo que se refiere a la composición de ácidos grasos Omega-3, se estima que la composición óptima de la leche en DHA y EPA es de 4:1 respectivamente.
El DHA continúa siendo esencial durante la lactancia para el desarrollo del sistema nervioso
Durante la lactancia, y de forma más general, durante los primeros años de vida del niño, el aporte de DHA y EPA sigue siendo determinante para el desarrollo del cerebro y de la visión [3,7]. De hecho, la suplementación con Omega-3 durante la lactancia (además del embarazo) es vital para que continúe el proceso de desarrollo cerebral, se potencien las habilidades cognitivas y se prevenga la aparición de trastornos psiquiátricos como TDAH, motivada por bajos niveles de EPA [15], y de trastornos autistas [5].
En relación con el sistema nervioso, el proceso de desarrollo no solo afecta al cerebro, sino que durante los primeros 3 años de vida tiene lugar la mielinización de los axones del sistema nervioso, haciendo que el axón de las neuronas sea revestido en sucesivas capas con la membrana de células de glía, Oligodendrocitos en neuronas del sistema nervioso central y con células de Schwann en el sistema nervioso periférico. Este revestimiento axonal hace que el potencial de acción generado se transmita rápidamente y de forma saltatoria, regenerándose en cada “Nodo de Ranvier”, haciendo que la propagación del impulso nervioso a través de las redes neuronales y unión neuromuscular tenga lugar de forma rápida y eficiente.
Esquema gráfico de un axón de neuronas del sistema nervioso central revestido por vainas de mielina de Oligodendrocitos. Las regiones axonales carentes de mielina son los Nodos de Ranvier.
Imagen extraída de Fields, R. & Douglas et al. (2019): Trends in Neurosciences, 42 (7): 443-447 [21].
DHA y EPA Regulan la Expresión Selectiva de genes en el Neonato.
Además de su implicación en la formación y desarrollo del sistema nervioso, los omega-3 cumplen un papel esencial en otros muchos procesos metabólicos y fisiológicos. Concretamente, durante los primeros tres años de vida del niño tiene lugar una intensa regulación de la expresión génica mediada por los Omega-3, un proceso que forma parte de la epigenética. Durante esta etapa, estos procesos son mucho más plásticos que posteriormente durante la etapa adulta, razón por la cual es altamente recomendable la suplementación con DHA y EPA no solo durante el embarazo y la lactancia, sino también durante la infancia.
Los Omega-3 de cadena larga DHA y EPA son ligandos de receptores nucleares que controlan la expresión selectiva de genes. Para entender esto hemos de tener en cuenta una premisa fundamental: el ADN de todas las células de nuestro organismo es idéntico, pero los genes se expresan de manera selectiva y cuantitativamente diferente en las células y en distintos momentos. Este hecho posibilita la diferenciación celular, el desarrollo y que cada célula desempeñe funciones fisiológicas específicas.
Pues bien, en lo referente a los Omega-3, la unión de DHA y EPA a estos receptores nucleares promueve la expresión de paquetes genes (y proteínas) relacionadas en determinados procesos, mientras que simultáneamente inhiben la expresión de otros paquetes de genes con funciones antagónicas [16]. Un ejemplo de ello podemos verlo en el siguiente ejemplo.
DHA y EPA se unen a receptores nucleares llamados PPAR-γ (receptor gamma activado por proliferación de peroxisomas), aumentando la expresión de enzimas responsables de la lipolisis y fomentando la degradación de ácidos grasos en el hígado. Así mismo, y por estos mismos mecanismos, se inhibe la expresión de las enzimas implicadas en la síntesis de nuevos ácidos grasos y la formación de triglicéridos, razón por la cual el consumo de omega-3 disminuye los niveles triglicéridos en plasma [16]. Estos efectos de DHA y EPA sobre los niveles de triglicéridos plasmáticos, sumado a su efecto de sensibilización a insulina, disminución de la inflamación y presión sanguínea disminuyen el riesgo de padecer diabetes de tipo II y/o síndrome metabólico [17,18], habiéndose descrito que la suplementación con estos omega-3 durante el embarazo reduce el riesgo de que el futuro niño padezca síndrome metabólico posteriormente [19].
En Resumen…
La suplementación materna con DHA y EPA es esencial tanto durante el embarazo como en la lactancia a fin de garantizar un optimo optimo de ambos Omega-3 para el correcto crecimiento y desarrollo del niño, previniendo así patologías y problemas derivados de una carencia nutricional.
Aunque el aporte mínimo de DHA y EPA debe ser de al menos 500 mg en una proporción 4:1 respectivamente , la dosis individual a administrar debe de ser individualizada en función de los niveles de ácidos grasos en el plasma materno.
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