El autismo, o mejor dicho, los trastornos del espectro autista (TEA), son un conjunto de patologías del neurodesarrollo infantil que conducen a un síndrome caracterizado por una fuerte restricción de intereses (apatía), comportamientos estereotipados, problemas en el aprendizaje y dificultad para establecer vínculos emocionales y relaciones sociales como rasgos más característicos.
Según datos de la confederación española de autismo, la prevalencia del TEA en edad infantil se sitúa cerca del 1%, con una clara tendencia al alza observada en los últimos años.
Se han caracterizado diversos tipos de autismo (idiopático, Asperger, desintegrado infantil, de Rett, síndrome del X-frágil…), grados, comúnmente denominados de “altas o bajas capacidades” etc; pero la prevalencia creciente denota una mayor capacidad de diagnóstico, y cambios en el estilo de vida como causas conducentes al TEA.
Beneficios del Omega-3 en niños con autismo
Aunque el autismo se debe a ciertos problemas del neurodesarrollo (muchos de ellos aún sin estar bien caracterizados), si que existen tratamientos, hábitos de vida y nutrientes capaces de mejorar muchos de sus síntomas.

En este escenario, la suplementación con Omega-3 EPA & DHA ha demostrado clínicamente beneficios muy sólidos al ser constituyentes naturales de las membranas de las células del cerebro y sistema nervioso. Algunos síntomas que pueden verse corregidos o atenuados son:
- Irritabilidad.
- Corrección de comportamientos repetitivos, estereotipados y manía.
- Mejora del descanso nocturno.
- Prevención de depresión, alteraciones del estado de ánimo.
- Facilita el aprendizaje y consolidación de la memoria.
- Corrige y estimula habilidades de coordinación motora.
¿Cuál es la mejor marca de Omega-3 para niños con autismo?
Los beneficios del Omega-3 en autismo son claros y con evidencia clínica, pero a la hora de recurrir a marcas de confianza el cerco se estrecha y hay que considerar aspectos de seguridad, concentración o formato.
Por ello, además de buscar suplementos de Omega-3 en forma de triglicérido, es crucial que el producto sea seguro, no esté oxidado, sin contaminantes ni colorantes, y especialmente sin metales pesados debido a su neurotoxicidad. Esta información es fácilmente contrastable en productos con sello IFOS.
También es fundamental que el suplemento sea una fuente equilibrada de EPA y DHA, ambos necesarios a nivel cerebral tanto desde el punto de vista funcional como estructural.
Otro aspecto práctico a contemplar de estos suplementos es que tienen que ser fáciles de tragar, especialmente en estos niños, sin sabores ni olores desagradables para evitar su rechazo y que el tratamiento sea factible.
Todos estos requisitos y consideraciones los contemplamos y cumplimos en Puro Omega, por lo que hemos desarrollado el producto «Natural Omega-3 Líquido”, especialmente enfocado a niños y personas con problemas de deglución.
¿Qué hace el Omega-3 en el cerebro de un niño con autismo?
Los efectos de estos nutrientes a nivel cerebral son múltiples. Por una parte el DHA, como elemento estructural de las membranas de las neuronas, es fundamental para aportar la fluidez necesaria para la neurotransmisión y “plasticidad sináptica”. ¿Y esto qué quiere decir? Básicamente que el DHA permite la remodelación de conexiones neuronales favoreciendo el aprendizaje, corrección de conductas y coordinación motora etc.
Además, el DHA a nivel cerebral es fundamental para la producción de resolvinas, maresinas y sobretodo protectinas, en su conjunto conocidas como “SPMs” (mediadores especializados en la resolución de la inflamación). Las SPMs son moléculas implicadas en la neuroprotección y resolución de la inflamación, contribuyendo a disminuir la irritabilidad y frustración en estos niños, pero además ayudan a mejorar el flujo cerebrovascular, previenen la depresión y otros trastornos del estado de ánimo.
¿Y qué hay del EPA en el cerebro de niños con trastorno del espectro autista?
El principal beneficio de este Omega-3 es su capacidad para regular la síntesis de neurotransmisores como serotonina o noradrenalina (implicados en el bienestar emocional), melatonina (para un mejor descanso nocturno) o dopamina, cuyos niveles en la corteza frontal son clave para modular la hiperactividad y capacidad de atención.
¿Qué dosis de Omega-3 hay que dar a un niño con autismo?
Los estudios más recientes apuntan a dosis de entre 750 mg en niños y hasta más de 2 g de Omega-3 en adolescentes. Aunque la dosis de Omega-3 en niños con TEA puede fluctuar dependiendo de su edad, peso, tipo de autismo y grado.

Esta cantidad está cubierta en niños de 5 a 10 años con 5 mL diarios del producto Natural Omega-3 líquidos, e incluso 10 mL diarios para adolescentes (a partir de 12 años).
¿Cuándo se empezarán a notar los efectos del Omega-3?
Dado que el autismo es una afección del desarrollo cerebral, los efectos observables serán progresivos y en ningún caso inmediatos.
Los resultados más notables y tempranos se perciben en la modulación de ciertos rasgos como la irritabilidad, conductas estereotipadas y agitación, o mejora de la calidad de sueño, pudiéndose observar a partir de los dos meses de suplementación con una pauta adecuada.
No obstante, hay que considerar que a más largo plazo, y sobretodo derivado de una suplementación continuada con EPA y DHA, sus efectos a nivel cerebral serán mucho más notorios sobre las habilidades sociales, coordinación motora, e incluso potenciando la inteligencia emocional.
¿Qué pasará si empiezo a dar Omega-3 a mi hijo?
Es un tratamiento natural con excelentes resultados a corto-medio plazo. El omega-3 irá progresivamente incorporándose a las membranas de las células de su organismo en crecimiento, contribuyendo a restaurar el equilibrio Omega-6/Omega-3, facilitando y reforzando muchos de los procesos fisiológicos que tienen lugar a nivel celular.
Estos efectos se traducen en importantes beneficios como hemos comentado con anterioridad, ayudando a que el desarrollo físico y mental de tu hijo sea más completo y ayudándolo a disfrutar de la etapa infantil.
Los ácidos grasos Omega-3 tienen un papel fundamental en desarrollo físico y mental infantil, y son especialmente decisivos en problemas del neurodesarrollo como el TEA.
Sus beneficios a nivel cerebral son cuantiosos, y ampliamente respaldados por la evidencia científica y recomendados por neuropediatras.
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