“Eficacia de la suplementación con ácidos grasos Omega-3 para el tratamiento del síndrome del ojo seco: resumen del reciente metaanálisis”
¿Qué es el ojo seco y cómo se aborda el tratamiento?
El síndrome de ojo seco es una enfermedad multifactorial de la superficie del ojo que se caracteriza por una alteración de la película lagrimal que causa una mala o insuficiente lubricación del ojo, molestias oculares y alteraciones de la visión. Entre los síntomas que se asocian al ojo seco se encuentran: quemazón, ardor, enrojecimiento, picor, sensación de arenilla, malestar al realizar tareas que demandan un esfuerzo visual, como fijar la vista en la pantalla del ordenador o realizar tareas a una distancia corta, especialmente si se realizan durante mucho tiempo.
La inflamación de la superficie ocular puede ser una de las causas principales del síndrome del ojo seco. El tratamiento clásico más extendido consiste en la aplicación de lágrimas artificiales para ayudar a mantener la humedad del ojo, pero sólo proporcionan un alivio temporal; sin embargo, no aborda el proceso inflamatorio que subyace el síndrome de sequedad ocular. Entre los agentes antinflamatorios que se utilizan son los corticoides pero su uso prolongado está desaconsejado ya que puede causar efectos secundarios. Por otro lado, existe una alternativa, la ciclosporina, que actúa como un inmunomodulador de uso tópico; pero posee una eficacia limitada y no se encuentra disponible a nivel comercial en determinados países. Esta necesidad de tratamiento no cubierta abre las puertas a considerar los ácidos grasos Omega-3 como tratamiento de la sequedad ocular gracias a sus propiedades antiinflamatorias.
Los Omega-3, eficaces en la sequedad ocular por su acción antiinflamatoria
El ácido graso Omega-3 es un nutriente con muchísimos beneficios para la salud en general, pero es que además es excelente para cuidar de la salud visual. Los ácidos grasos Omega-3 son grasas poliinsaturadas que el cuerpo obtiene de los alimentos, ya que nuestro cuerpo no es capaz de sintetizarlos por sí solo. Los tipos principales de grasas Omega-3 son el ácido alfa linolénico (ALA), una grasa que se encuentra en los alimentos de origen vegetal, el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA), ambos derivados del pescado. El ALA es de cadena larga y es convertido por el cuerpo humano en ácidos grasos de cadena más larga como son el EPA y el DHA. Los ácidos grasos forman parte de la estructura de la membrana celular y son el sustrato para la síntesis de las prostaglandinas, tromboxanos y leucotrienos, reguladores de la inflamación en el cuerpo. El proceso inflamatorio proviene del ácido araquidónico, un fosfolípido localizado en la membrana celular que al interactuar con dos clases de enzimas “ciclooxigenasas (COX) y 5-lipooxigenasa (5-LO)” se induce la inflamación. Se ha demostrado que los ácidos grasos Omega-3 compiten por los sitios activos que utiliza el ácido araquidónico en las vías de la ciclooxigenasa y lipoxigenasa, con lo cual lo desplazan y a la vez sirven como sustrato para crear mediadores mucho menos potentes, que se traduce en una acción antiinflamatoria.
Numerosos estudios preclínicos han demostrado in vitro los potentes efectos antiinflamatorios en células epiteliales humanas de córnea, reduciendo notablemente la producción de citoquinas.
“Los Omega-3 actúan como inhibidores enzimáticos en el proceso de inflamación”
Además, en 2005, un estudio de más de 32.000 mujeres del Women’s Health Study (Estudio de Salud de la Mujer), determinó que quienes consumían más ácidos grasos Omega-3 provenientes de pescado tenían un 17% menor probabilidad de presentar ojo seco, en comparación con las mujeres que consumían pocos o ningún producto del mar. Estudios posteriores han sido publicados; sin embargo, algunos expertos no eran convincentes con respecto a la metodología de algunos estudios.
Recientemente, se han despejado todas las dudas y ha sido gracias a la publicación en febrero 2019 del metaanálisis en la revista científica Cornea. Este metaanálisis proporciona evidencia sobre la suplementación con Omega-3 mejora significativamente los síntomas y signos del ojo seco en los pacientes con enfermedad del ojo seco y puede ser un tratamiento efectivo para esta enfermedad. Se realizó una búsqueda bibliográfica sistemática en las bases de datos de PubMed, Scopus, Web of Science y Cochrane Central of Controlled Trials. Se incluyeron ensayos clínicos aleatorizados, de distintos países, que compararon la suplementación con Omega-3 versus placebo en pacientes con enfermedad del ojo seco.
Los resultados mostraron que, en comparación con placebo, la suplementación con Omega-3 disminuyó los síntomas del ojo seco y los cambios en la tinción con fluoresceína mostraron diferencias estadísticamente significativas, mientras que se evidenció un aumento del tiempo de ruptura y los valores de la prueba de Schirmer que también fueron estadísticamente significativa. No se observó evidencia de sesgo de publicación, y los análisis de sensibilidad indicaron la solidez de los resultados obtenidos.
Se observó también que existe una asociación entre la eficacia de la suplementación con ácidos grasos Omega-3 y los hábitos alimenticios del país donde tuvo lugar el estudio. Concretamente, la mejora de los síntomas de ojo seco y los valores del tiempo de ruptura era mayores en países como India, donde la mayoría de la población son vegetarianos y tienen una ingesta muy baja o casi inexistente de pescado. También se demostró que el consumo de aceites ricos en Omega-6 (como son el aceite de girasol y el aceite de cártamo) inhiben la conversión de ALA a DHA, un tipo de ácido graso Omega-3 de cadena larga que nos ayuda a mantener una actividad mental normal y que se necesita al menos un aporte mínimo de 250 mg/día.